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[BigDataSur-COVID] Rescatar lo común. Redes de cuidados en España

[EN] Children from precarious families have been more affected during the coronavirus pandemic due to their economic condition. The organization of citizens through social movements has been extremely effective in showing the lack of public policies to serve the poorest families.

[ES] Los niños de las familias vulnerables han sido uno de los grandes afectados durante la  pandemia del coronavirus por su situación económica. La organización de los ciudadanos a través de los movimientos sociales ha sido necesaria para mostrar las debilidades de las políticas públicas para ayudar a las familias más pobres

by Irene Ortiz 

Estos tiempos de pandemia, por su excepcionalidad como acontecimiento, así como de las medidas que los diferentes gobiernos han debido tomar en nombre de salud pública, son tiempos difíciles para todos. Sin embargo, los menores que eran beneficiarios de las becas de comedor de la Comunidad de Madrid, capital de España, alrededor de 11.500 niños, han visto su condición todavía más precarizada. Estos niños percibían estas becas de comedor por la situación de vulnerabilidad en la que se encontraban sus familias, beneficiarias de la renta mínima de inserción, que consiste en una cuantía de entre 512,67€ al mes para núcleos familiares de dos personas y de 587,78 para tres personas, con la posibilidad de llegar a un máximo de 950€ para todo el núcleo familiar. Estos niños recibían a través de las becas de comedor, en sus centros de estudios, una comida sana al día. La Comunidad de Madrid rescindió los contratos que tenía con las empresas de catering en los centros escolares el 11 de marzo, y seis días después, el 17 de marzo, la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, anunció que había firmado un nuevo convenio con las empresas de comida Telepizza y Rodilla. El menú aprobado para los más de 11.000 niños en situación de exclusión consiste en pizzas, hamburguesas, ensaladas y nuggets de pollo, por parte de Telepizza, y sándwiches, ensaladas y bocadillos acompañados de dos piezas de fruta a la semana, ofrecidos por Rodilla.

Además, los niños de familias en situación de vulnerabilidad económica se enfrentan a otro problema: la interrupción de su educación. Al suspenderse las clases presenciales en los colegios e institutos por el covid-19, los niños y las niñas más vulnerables han sufrido serios problemas para continuar las clases que, desde entonces, son todas online. La falta de ordenadores o tablets, así como la conexión a internet ha mostrado cómo afecta la brecha tecnológica a los más vulnerables (un 3% de las familias con menores en España, según el Instituto Nacional de Estadística). De momento, la oenegé Save the Children ha tenido que atender a más de 1.500 familias para proporcionarles las herramientas necesarias para continuar con el curso.

El confinamiento ha mostrado sin ambages la profundidad de los problemas a los que se enfrentan las familias más vulnerables en España. No es solo la privación material severa que se traduce en la imposibilidad de continuar con sus clases, sino también los problemas mentales derivados de la falta de espacio. Según un informe de la oenegé Cáritas, 769 menores viven en una habitación en un piso compartido con su familia en la ciudad de Barcelona dada la imposibilidad de pagar un espacio más grande. No es admisible que algo tan básico como la vivienda se deje en manos de especuladores que convierten al fondo de inversión Blackstone en el mayor casero de España, porque nunca antepondrán el derecho a la vivienda a sus beneficios económicos.

Según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión social, un 21,6% de la población en España se encuentra dentro de la tasa de riesgo de pobreza. La crisis del coronavirus ha hecho visible la fragilidad de los niños de estas familias con escasos recursos económicos. Sin embargo, las familias, las asociaciones, las oenegés y las fundaciones llevan muchos años alertando de la precariedad en la que se encuentran más de 10.000.000 de personas en España, entre ellas el 30% de los niños del país. La pregunta que deberíamos hacernos es por qué se permite que los niños de familias pobres se alimenten con comida basura durante casi dos meses o por qué no ha sido una prioridad del gobierno garantizar la educación de los niños sin recursos.

Tejiendo redes

Por suerte, los movimientos vecinales, las asociaciones de padres y madres de los colegios, los diferentes movimientos sociales por la vivienda, así como varias oenegés, han creado redes de apoyo para las familias más vulnerables en estos momentos. Además del apoyo con material tecnológico por parte de Save the Children, algunas Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos han querido colaborar donando ordenadores para los niños más vulnerables. También hemos visto cómo algunos vecinos han hecho turnos en los supermercados para solicitar la colaboración ciudadana para donar comida a los bancos de alimentos o cómo se han organizado redes para ir a hacer la compra a las personas que no podían salir de sus casas, entre los que debemos destacar la organización del Sindicato de Vendedores Ambulantes de Barcelona, que ha creado un banco de alimentos para las personas que se dedicaban a la venta ambulante y han visto su actividad interrumpida por las medidas adoptadas durante la cuarentena. Los vecinos voluntarios de Malasaña, Conde Duque y Chueca han creado un banco de alimentos que, de momento, entrega comida a 55 familias a la semana. Todos estos movimientos comparten una tónica común: el recurso de las soluciones tecnológicas para conseguir fines estrictamente sociales. Algunos movimientos que ya existían antes de la pandemia, como el Sindicato de Vendedores Ambulantes de Barcelona o el colectivo Malasaña Acompaña han adaptado sus actividades a las necesidades derivadas de la crisis sanitaria y las redes sociales han desempeñado un papel fundamental durante la crisis a la hora de difundir estas actividades y poder llegar a un mayor número de beneficiarios. Otras iniciativas, surgidas durante la pandemia, se han definido desde el inicio por su marcado carácter digital. Por ejemplo, el colectivo @Efecto_Llamada es un movimiento rigurosamente digital que está teniendo un impacto, de momento, en más 200 personas. Esta iniciativa ha aprovechado la cuarentena para conectar a través de Twitter a personas migrantes que quieran aprender castellano con voluntarios para conversar. De esta forma, a través de videollamadas, se da toda la libertad a las parejas participantes para ajustar sus horarios y participar de la forma que mejor les convenga. El uso de diferentes hashtags (#despensasolidaria,#RegularizacionYa o #HuelgaAlquileres) ha permitido lanzar campañas para solicitar ayuda, como el caso de los bancos de alimentos, pero también para demandar soluciones institucionales, como es el caso de #RegularizacionYa, que exige la regularización de las personas migrantes que, por su condición administrativa, se ven expulsados del sistema de derecho.

Es necesario poner de relieve que esta crisis sanitaria ha demostrado, una vez más, la importancia del cuidado de la vida desde lo comunitario. Las formas de lo común se han revelado en las diferentes iniciativas de cooperación que se han ido tejiendo en el cuidado de los otros durante la pandemia, curiosamente enmarcados en una época de distanciamiento social. La posibilidad de un mundo común se manifiesta en la existencia de estas redes que niegan la privatización de la existencia. Porque la pobreza de nuestras ciudades no nos puede ser indiferente, sigamos construyendo tejido social.

 

Author’s bio

Ph.D in Philosophy, unemployed.  Interested in biopolitics and philosophy of law. Student of International Relations. Contact: irene.ortiz.gala@gmail.com